Hay amistades que son indispensables. Manuel El negro Ramírez Sada es uno de ellos. Con su espíritu libre, inquisitivo y dionisíaco -aunque no exento de cierta saudade- el negro se convirtió durante un tiempo en mi partner de aventuras radiofónicas y jazzeras. Hace diez años le pedí que hiciera un programa de radio en donde pudiera hablar de dos de sus pasiones más encendidas; el resultado fue una miniserie de cinco capítulos titulada "Julio cortázar y el jazz, o cómo vencer al cangrejo de lo idéntico" la cual fue transmitida en Radio Universidad en 2004, a propósito de los 20 años del fallecimiento del gran cronopio.
Hoy rescato ese documento y se lo presento al público actual de este programa, un poco por la pertinencia (el centenario del nacimiento de Cortázar) y como un ejercicio de nostalgia. Extraño las charlas con el negro, que me ayudaron a vislumbrar la luz en momentos complicados de mi vida. Desde la distancia el negro sigue siendo fundamental en mi vida.
Vaya un abrazo para mi compadre hasta Río Grande, Oaxaca, y venga la poesía y la voz de un enorme escritor que supo darnos aliento a todos los solitarios de esta tierra.
El negro Sada
Julio Cortázar
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