En el año 2004 me fui a Europa en una suerte de viaje iniciático; tenía muchas dudas sobre las cosas que estaba haciendo, incertidumbres sobre el camino a seguir... me sentía perdido. Así que me largué a vagar dos meses, solo, hablando poco y andando mucho; pensando, pensando.
En ese viaje sucedieron encuentros definitorios para mi, y uno de ellos fue con Juan Claudio Cifuentes, decano de los críticos de jazz en España. Lo conocí la víspera de mi regreso a México; hablamos horas en la madrugada madrileña, y al final nos despedimos como dos amigos entrañables. Ocho años después volvía verlo, y me dio gusto saber que se recuperaba después de haber tenido graves problemas de salud, y que su pasión por el jazz y por la radio seguía intacta.
Para mí el Cifu fue un ejemplo de integridad. En los momentos que que dudaba de que a alguien le importara mi trabajo me acordaba de él y el panorama cambiaba. Asñi de fuerte fue su impronta en mi, a pesar de habernos visto sólo un par de veces.
Hoy que el Cifu ha partido lo recuerdo con mucho cariño, y mi mejor manera de rendirle tributo es intentando ser íntegro en mi labor. Estos dos programas que hoy les presento son un pálido recuerdo de esas dos veces que coincidimos. Hubo mucho más que las grabadoras no registraron, pero que llevo en el corazón para siempre.
Hasta pronto, querido Cifu, gracias por tu legado.
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