lunes, 11 de mayo de 2009

MI PRIMER DISCO DE JAZZ



No puedo decir que fue exactamente el primer disco de jazz que tuve en mi fonoteca; de hecho, en 1989 ya poseía algunos cassettes grabados de la vieja barra de jazz de Radio Universidad; selecciones que incluían material variopinto: Stephane Grappelli, Bob James, Sadao Watanabe, Dizzy Gillespie. En todo caso, mi educación musical empezaba a gestarse con la escucha disciplinada de la estación todos los días de 4 a 5 de la tarde, y con algún otro material que me grababa de cuando en cuando mi amigo Sergio Bourguet.

Lo que sí puedo decir en todo caso es que "Point Of View", el disco de 1989 del grupo norteamericano Spyro Gyra fue el primero que compré con el dinero escamoteado a lo que me daban mis padres para mis gastos diarios en la escuela secundaria. La historia de cómo fue ese y no otro el elegido tuvo que ver poco con la música y mucho con lo que algunos llaman "Amor a primera vista"

Yo caminaba todas las tardes de regreso de la escuela e invariablemente pasaba por la alameda de esta ciudad. Ahí, al lado de la zapatería con nombre de país donde me compraban cada tanto un par de tenis modelo "Decatlón" estaba la tienda de discos, con sus vitrinas llenas de coloridas portadas. En un rincón, un tanto alejados de baladistas, grupos románticos, cantantes vernáculos y rockeros extranjeros se encontraba una pequeña sección de cassetes de jazz. ¿cómo lo sabía? porque entre todos los títulos -desconocidos para mi- había uno del violinista francés que ya conocía: Grappelli.

En aquellos años el LP aún circulaba profusamente en el mercado, los cassettes eran la alternativa económica y el disco compacto aún no iniciaba su reinado. Así que yo pasaba cada día por la tienda y me detenía a observar las portadas, los títulos, las fotografías. Y entre todas ellas, que tampoco eran muchas, había una que me atrapó desde el primer momento. La acera gris, la toma de agua y en el charquito una jugla exhuberante que dejaba escapar fogosamente un caimán encarnado. El trozo de papel con la palabra "bar" sugiriendo aventuras nocturnas en una ciudad sin duda bulliciosa, palpitante, peligrosa tal vez. Una cuidad con música excitante, envuelta en el humo de cigarrillos y el tufo del alcohol. Ese cassette sin duda debería contener la música más hermosa del mundo.

Así que, con el dinero escamoteado a mis recesos sin torta ni refresco, un buen día fui a la tienda, puse en el mostrador los 4o pesos necesarios para entrar al paraíso y entonces el dependiente tomó aquel objeto de su nicho y lo puso en mis manos. Yo, timidamente y tan sólo para calmar mi ansiedad pregunté: "es de jazz, ¿verdad?". El dependiente, que ya estaba metiendo el dinero a la caja me miró de soslayo y susurró un inteligible "¡mmjj!". Para él, se trataba tan sólo de una venta más.

Vinieron otros discos y otros amores. Hubo un tiempo en que mi arrogancia pretendió despreciar al smoth jazz tachándolo de facilón y propio para legos. Mi intelecto requería música más profunda, decía yo. Y sin embargo, aún en esos momentos de estupidez mental Spyro Gyra siguió acompañándome y "Point Of View" se volvió parte de mi banda sonora personal. Aún conservo el casette, pero también tengo una preciosa edición en cd y estoy a punto -20 años después de su edición- de conseguirlo en formato LP.

No miento si les digo que me sé cada solo, cada vuelta armónica de sus once temas. He viajado y soñado despierto con su encanto sofisticado. Su eco resuena en mi alma y sospecho que lo hará para siempre. Por ello y por otras cosas que no han cabido aquí, Spyro Gyra y "Poin t Of View" serán siempre el primer amor... Mi primer disco de jazz.

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