lunes, 28 de diciembre de 2009

MI COLUMNA SEMANAL

SONORA PARED
JOHN COLTRANE, LAS LLAMAS DEL ESPÍRITU



Si la historia del jazz en su concepción más tradicional acusa su nacimiento y su eventual desaparición en dos trompetistas: Louis Armstrong y Miles Davis, las revoluciones del género van de la mano de los saxofonistas, en una “tradición de ruptura” que despega con Coleman Hawkins, alcanza la estratósfera con Charlie Parker, y toca las puertas del cielo con John Coltrane.


Iniciado en el BeBop por el propio Miles, el joven Trane –tal era su apodo- pronto se convirtió en un auténtico huracán. Un tren, si nos atenemos al sobrenombre, que fue más allá de la vanguardia del jazz de aquel entonces. Trabajar con Miles y posteriormente con Thelonius Monk fue la mejor forma de confirmar su superioridad, tanto técnica como estilística. En 1956 graba su primer álbum como líder para el sello Prestige y y vertiginosamente se convierte en una estrella. Sin embargo, una fuerte adicción al alcohol y las drogas empañan el éxito. Tras varios intentos por salir del pozo, finalmente –y según sus propias palabras- es liberado a través de un despertar espiritual que afecta toda su vida, su concepción del mundo y por supuesto su música. Firma con el sellon Atlantic y en 1959, exactamente hace 50 años, participa en dos discos que son la cima del jazz como forma de Arte: Kind Of Blue, firmado por Miles Davis, y Giant Steps, bajo su propio liderazgo. Tras varios años con el sello de los hermanos Ertegum, firma contrato con Impulse! Records, una joven compañía que le da todas las facilidades para explorar y grabar los sonidos que rondaban su cabeza, música que se aleja del convencionalismo y se interna en el arriesgado terreno de la experimentación.


La década de los agitados 60 inicia y con ella el furor del Rock, la reivindicación de los derechos civiles de los negros y el redescubrimiento de África como Tierra Madre. El Jazz se torna Free y abreva del folclore milenario, las religiones orientales, la introspección y el compromiso social. En su búsqueda, músicos tan distintos como Albert Ayler, Eric Dolphy, Archie Shepp, Cecil Taylor, Don Cherry y Sun Ra coinciden al menos en un punto substancial: La música como un camino para llegar a Dios. Ahí también se encuentra John Coltrane.


Los sesenta son también los años finales en la vida de Coltrane, años de intensa actividad con su cuarteto clásico (McCoy Tyner, Jimmy Garrison y Elvin jones). Los discos de esa época reflejan que John había dejado de ser un tren en marcha, ahora era sólo un espíritu que buscaba lo Alto. Su obra maestra: A Love Supreme, grabada el 9 de diciembre de 1964 es a la vez riquísima en matices y dotada de sencillez; en ella se combinan momentos relajados con otros de extrema tensión. El amor y la rabia, el grito y la plegaria: Un pensamiento produce millones de vibraciones/ y todas ellas van a Dios/ Gracias Señor/haré todo lo posible por ser digno de Ti, oh Señor. John equilibra a la perfección su fuerza arrolladora y su lirismo casi místico. No es más que el deseo de encontrar en la música las tres cualidades que rubrican a la obra en su totalidad: Elegancia. Elevación. Entusiasmo.


Habría que señalar también en este brevísimo espacio una grabación realizada en junio de 1965 en Nueva York, en la cual John busca en el extremo de la improvisación libre la perfecta comunión con el Creador. “Ascension” es lo que hoy llamaríamos una obra “total”, cuarenta minutos de plegaria, gritos, susurros, amor, humildad, coraje y rendición ante la grandeza de lo Inconmensurable. “Ascension” es el punto culminante de un hombre que en su locura mística entregó todo, consciente de sus limitantes y empujando más allá de lo humano. Es interesante recalcar lo que Ravi Shankar dijo acerca de Coltrane y su búsqueda personal: “Me siento muy perturbado por su música. Aquí hay una persona creativa que se ha vuelto vegetariano, que estudia yoga y lee el Bhagavad Gita, pero en cuya música aún escucho mucho tumulto...” ¿quién puede conocer de antemano los caminos que conducen a Dios?


Opuesto a lo dicho por Shankar, un crítico importante ha escrito lo siguiente sobre John: “La música de Coltrane busca trascender los estadios terrenales, por ello se deshace de lo formal sin violencia, buscando la armonía con un universo determinado por los sonidos. La pureza y absoluta honestidad de su lenguaje dieron espacio a toda adhesión, desde el espiritualismo religioso más sosegado hasta la militancia combativa, desde la búsqueda de una libertad formal hasta la expresión naturalista. (...) Su música no establece coordenadas porque excedió ampliamente el aspecto musical.”


Así, la obra de John Coltrane crece a medida que el tiempo pasa. Su búsqueda corresponde a la del ser humano, y su espíritu es el espíritu en llamas que todos llevamos dentro y que anhela despertar. Hoy lo recordamos a 50 años de la grabación de dos discos seminales: Giant Steps y Kind Of Blue –éste último nombrado Tesoro Nacional en este 2009 por el Congreso de los Estado Unidos- y a 45 de la grabación de A Love Supreme, el cual fue registrado un 9 de diciembre de 1964.


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