lunes, 22 de marzo de 2010

MI COLUMNA SEMANAL

SONORA PARED
EL NEGRO JAZZ
Oscar Javier Martínez


Corría el año 2004. Mi trabajo en el departamento de radio de la Universidad "José Vasconcelos" de Oaxaca (UNIVAS) me había permitido conocer a chicos con extraordinario talento. Estaba por ejemplo Enrique de la Rosa, paramédico de profesión, con una voz privilegiada y una pasión natural que a veces le hacía pasar del susurro al grito en cero segundos. Andaba por ahí Saraí Pérez, inquieta de los aspectos teóricos de la comunicación, que aportaba sabiduría al grupo. Felipe Ponce y Martha Carreño fueron parte de esa generación, hoy destacados profesionistas. Y varios más cuyos nombres escapan a mi memoria. Por supuesto, como capitana de ese barco, la maestra Mónica Palomino nos ayudó siempre a ponerle rumbo a todas las propuestas e inquietudes de los chamacos “jijos del máis” como ella los llamaba cariñosamente. Uno de esos chamacos era Manuel "El negro" Ramírez Sada. Ex estudiante de filosofía, fanático del reggae y de surfear en su natal Rio Grande; detrás de su imagen de malafacha se escondía una mente privilegiada y un corazón noble.


El negro se destacó en las actividades de Radio UNIVAS, escribiendo guiones y hablando sobre música. Hizo la voz del lobo feroz en cierta radionovela y también se encargó de redactar, musicalizar y poner la voz a una serie de cápsulas sobre la Tercera Raíz y la música de los negros de la costa oaxaqueña, a las que tituló elegantemente como “El enduto de Tia Chica”


En esas estaba cuando Manuel descubrió al saxofonista y compositor norteamericano John Zorn. La obra incendiaria, radical, provocativa y vasta de este judío loco le voló la cabeza al negro, y lo hizo acercarse al jazz desde una perspectiva profunda, mezclando música con filosofía, política, religión e identidades culturales. Aprovechando esa racha de creatividad lo invité a colaborar en el viejo Noches de Jazz para que hablara de “JuanFuria”, como Manuel llamaba a Zorn –por su apellido, que en alemán significa eso- El resultado fue extraordinario; la gente llamó al programa, muy interesados, y me di cuenta de la capacidad del negro para conectar con el público.


El siguiente paso fue invitarlo como colaborador habitual, de esta forma comenzamos los miércoles por la noche una serie de programas en vivo titulada "El Negro Jazz", donde lo mismo se hablaba de África que de la Costa Chica, Colombia, New Orleans o Jamaica. Manuel y yo nos divertimos mucho, y la amistad se fue consolidando. Comenzando el 2004, y sabiendo de su afición por la obra de Julio Cortazar, lo invité a que escribiera sobre la relación del autor de Rayuela con el sincopado ritmo.


El negro se puso a trabajar y el resultado fue una miniserie de 5 capítulos de 15 minutos de duración titulada “Julio Cortázar y el Jazz, o cómo vencer al cangrejo de lo idéntico”

Cuando leí por primera vez el guión me emocioné mucho. En esas hojas el negro había volcado toda su pasión por el gran cronopio y por el jazz.


La serie se transmitió por primera vez en XEUBJ, Radio Universidad de Oaxaca; posteriormente la incluí en el viejo “Noches de jazz” que se transmitían por el 96.9 de FM. Una vez más la gente reaccionó positivamente. Recibimos muchos comentarios y algunos radioescuchas, verdaderamente entusiasmados con la miniserie, nos pidieron copias de la misma. El negro recibió los elogios con su habitual parsimonia, pero yo que lo conocía me daba cuenta de que estaba muy contento con su trabajo.


En ese año se celebró la 5ª Bienal Internacional de Radio y yo decidí enviar la serie sobre Cortázar. Tenía muchas esperanzas de que al jurado le resultara tan interesante como me lo parecía a mí; pero no sucedió. En ese año también había realizado una serie musical con Steven Brown, el líder y fundador de Tuxedomoon y Nine Rain. La serie se llamaba Oaxtrax y era un collage sonoro armado con grabaciones y sonidos hechos en mucha partes del mundo, incluído el poblado de Santa María Atzompa, donde Steven vive aún. Oaxtrax ganó una mención y yo recibí la noticia mientras vagabundeaba en mi primer viaje a Europa. Me dio gusto la noticia, pero secretamente yo hubiera deseado que “Julio Cortázar y el Jazz” hubiera recibido el reconocimiento.


Hoy Manuel “El negro” Ramírez Sada es un exitoso profesionista; sus inquietudes siguen repartidas entre el reggae y el surf, pero ahora aumentados por su interés en el universo de los videojuegos. El jazz parece que ha pasado a segundo plano en su vida, pero la verdad es que sigue ahí, en nuestras conversaciones mientras comemos tacos al pastor o nos bebemos un chocolate, en las madrugadas de su departamento en el norte del DF, donde comparte sus días con Maura su mujer, su Xbox y sus libros, y en donde me dan posada generosamente. Su amistad es una bendición para mí, y la miniserie que realizó es una muestra de que la radio es el reducto de la magia, el crisol de lo posible imposible, la olla del brujo que encanta al universo por las noches.


Salud, mi querido negro, la radio aún espera una continuación de “El negro Jazz”

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