domingo, 5 de septiembre de 2010

MI COLUMNA DE ESTE SABADO


SONORA PARED
UNA BANDA FULANA


Sumada a todo el caudal de civilización que nos legaron los árabes, la expresión “Fulano” nos permite designar a personas que no conocemos, incluida además una carga despectiva inherente a la palabra. Así pues, el hecho de que alguien se nombre a si mismo como “Sólo soy un fulano” indica entre otras cosas una buena capacidad de sarcasmo e irreverencia. Fulano es, pues, aquel que no conocemos y quizás tampoco valga la pena conocer. Reivindicar el concepto puede resultar un acto iconoclasta y es justamente lo que hizo -no se que tan conscientemente- la banda chilena formada en 1984 por la vocalista Arlette Jequier, el tecladista Jaime Vivanco, los instrumentistas de viento Cristián Crisosto y Jaime Vásquez, el bajista Jorge Campos y el baterista Guillermo Valenzuela.


Fulano se presentó el pasado 27 de agosto en el café Central y su concierto pasó bastante desapercibido para mucha gente que, estoy seguro hubieran estado encantadas de verlos. Y es que no es fácil intuir que tras ese nombre impersonal se parapetan 5 francotiradores sónicos la mar de divertidos, que entregaron un set incendiario en hora y media de show con su mezcla de rock, jazz, folclore, noise, progre y más menjurjes, aglutinados en lo que ellos mismos llaman “música ecléctica y para nada hegemónica”.


Banda nacida en plena dictadura militar, optaron por hacer crítica desde el humor, burlándose incluso de si mismos; ello les permitió sobrevivir a la censura pues como relatan: “los vigilantes del gobierno venían a nuestros conciertos y se tiraban del pelo, como diciendo ¡pero que carajo es esto!, quizás por ello nunca encontraron un punto para censurarnos; en realidad no entendían no que estaba pasando” Con títulos como El calcetín perseguido, Morbosadoquista, La historia no me convence, sólo me atraganta y Gran restrictor ten piedad, la banda fue asestando golpes sonoros a la vieja moral y las buenas costumbres. Un momento climático –y catártico- de la banda y sus fans fue el enorme éxito de su canción titulada “Adolfo, Benito, Augusto Toribio”, dedicada a los más grandes dictadores, fascistas y miembros de la Junta Militar chilena, de infausta memoria.


La historia de la música en aquél pais registra al grupo Fulano como “uno de los más importantes en el desarrollo del jazz-rock (…) se han confirmado como una de las bandas pilares de la música experimental moderna en Latinoamérica.” Sin embargo, para ellos su caminar ha sido siempre a contrapelo; pues no se consideran parte de un movimiento y tampoco les parece que con su propuesta hayan generado una corriente. “En definitiva –dice el bajista de la banda- lo que nosotros hicimos fue tan freak que no hubo posibilidad de hacer un movimiento… pero igual, ya con tantos años estamos super orgullosos de la música que hemos podido desarrollar”


Usando de manera muy inteligente los circuitos alternativos, la banda se sostuvo durante todos estos años, grabando entretanto cuatro discos extraordinarios: Fulano, de 1987, aparecido originalmente en cassette; En el bunker, de 1989, un elepé doble que contiene más de cien minutos de música; en el año 93 editan El infierno de los payasos, y en el año 97, con nuevo baterista, sacan al mercado el volumen titulado Trabajos inútiles.


La carrera de Fulano, con casi 20 años de historia, pareció terminar abruptamente cuando en enero del 2003 murió el tecladista Jaime Vivanco, fundador de la banda. “Se había ido un pilar de nuestro proyecto y era imposible reemplazarlo” rememora el resto de la banda. Sin embargo, motivados por cumplir 25 años en el camino, fulano decide retomar su camino en 2009, apoyados por el joven Felipe Muñoz en los teclados, secuencias y electrónica.


Así que a menos de un año de su reunión, la banda viene a México y ofrece en Oaxaca un primer recital donde exploran su repertorio cargado de virtuosismo, mucha pasión, alegría y el gozo que da seguir haciendo tremenda música, a pesar del tiempo, las ausencias y el cansancio. Muchos se lo perdieron, si, y es una pena, pero quienes tuvimos la fortuna de estar ahí nos llevamos el regalo de su música y el descubrimiento de un grupo que ha marcado ya historia en el universo sonoro de América Latina.


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