lunes, 8 de agosto de 2011

HONOR A QUIEN HONOR MERECE


Bellas Artes celebra a pioneros del jazz nacional

Diez músicos veteranos, casi todos ellos activos, recibirán el reconocimiento.




La música que no se escucha no existe”, dice Eduardo Soto Millán, coordinador nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). En respuesta a esta idea, el próximo martes el INBA reconocerá en el Palacio de Bellas Artes a diez pioneros del jazz mexicano, además de abrirles el escenario principal para que hagan música.

En el homenaje, realizado por iniciativa del periodista Antonio Malacara, se reconocerá la labor de los bateristas Salvador Agüero, Gonzalo González Chalillo y José Sánchez El Tigre, los trompetistas César Molina y Leo Muñiz, los pianistas Enrique Nery, Olivia Revueltas y Francisco Téllez, el saxofonista Juan Ravelo y el contrabajista Enrique Valadez.

En el concierto se podrá escuchar al Quinteto de Tommy Rodríguez, así como a las cantantes Yekina Pavón e Iraida Noriega y los pianistas Olivia Revueltas, Francisco Téllez, Héctor Infanzón y Enrique Nery. “Jazz en Riguz”, de Mario Contreras; “Misty”, de Erroll Garner y Johnny Burke; “Soñé”, de Mario Ruiz Armengol; “¿Quién eres tú?”, de María Grever; “Rincón Brujo”, de Héctor Infanzón, y “Fables of Faubus”, de Charles Mingus, serán algunas de las piezas que interpretarán.

En entrevista, Chalillo recuerda que en 1966 tocó por primera vez en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes “con Tino Contreras y Víctor Ruiz Pazos en un espectáculo que se llamó Jazz Flamenco. He tocado mucho en la Sala Ponce con Heberto Castillo, Olivia Revueltas, Hilario y Micky y otros, pero venir a tocar otra vez a la sala grande es una sensación tremenda. Ojalá que nos vaya bien y el público responda”.

Espigado y con un semblante que no denota su edad, Chalillo empezó a tocar profesionalmente en orquestas a los 10 años. Luego eligió el jazz, género al que le ha dedicado 66 años. “El jazz es mi vida y me ha permitido tocar en muchos lugares y muchos países. A los 80 años no pienso en el retiro, seguiré tocando hasta que las fuerzas me lo permitan. Estoy cumpliendo 75 años tocando batería y creo que lo seguiré haciendo hasta que Dios quiera”.

Con 70 años en la música, el trompetista Leo Muñiz, conocido como Cuchillo Grande, empezó a tocar desde los cinco años y sigue haciéndolo ahora que está “en la cuarta edad”, como dice con una carcajada. Ha participado en muchos conciertos memorables, sobre todo cuando se fue a Nueva York con la orquesta de Woody Herman. Allá tocó también en las orquestas de Maynard Ferguson, Quincy Jones, Gerald Wilson y Billy May.

Para Muñiz el jazz “es una música muy progresiva, muy avant garde en toda la extensión de la palabra porque es ultramoderna. El jazz cumple todos los cometidos para la satisfacción del público”. ¿Y su apodo? “Paco Malgesto fue mi alumno de trompeta y decía: ‘Oigan, este señor corta el aire con sus notas agudas’. De allí todo mundo me dice Cuchillo grande, y como mi hermano también es músico, a él le quedó Cuchillo Chico’”.

“Lo máximo de la vida ha sido participar con esas orquestas —insiste el trompetista con orgullo—, pero este reconocimiento de Bellas Artes es un muy espontáneo. Podría decir que me vino del cielo. Yo fui a formarle una orquesta al rey de Marruecos y al regresar me dijo el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Música: te voy a hacer un homenaje, pero nunca me lo cumplió. Y ahora ya les dije: mejor un periodista que no me conocía en persona me va a hacer un homenaje en la casa máxima del arte de mi país.”

Contrabajista profesional desde hace 55 años, para Enrique Valadez el homenaje es “un agasajo, porque después de tantos años de luchar se acuerdan que uno está aquí. Para mí el jazz es mi vida, desde que lo conocí. A veces los combino con otras cosas, pero nunca quito el dedo del renglón del jazz. Cuando me invitan a trabajar en algunos lados para acompañar algún cantante, acepto siempre y cuando pueda también tocar jazz”.

Músico activo, tanto en conciertos como en las aulas, Valadez tampoco se plantea el retiro. “Como le digo a mi mujer: me voy a retirar, pero ya tieso —afirma con su proverbial buen humor—. Es lo último que haría. Quiero seguir tocando hasta que caiga”.

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