miércoles, 13 de febrero de 2013

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS



A Cesare Pavese
A mi viejo, Carlos Jacobo Martínez




Llegó callada a tocar unas manos febriles, y cesó el llanto

Llegó ruidosa, empapada de humo, maloliente

Llegó sin detenerse en la vereda, se levantó como neblina

Llegó y sin avisar hizo callar la música

Tuvo mis ojos un instante, fue la forma de esa alcoba gris

Revoleó su falda triste sobre el tejado de una noche sin alma

Blandió media sonrisa para los perros que la miraban azorados

Mostró sus palmas dulces al reflejo lunar

Las mejillas afiladas

El costillar sin velamen y sin sotavento

Vino para decirme que siempre estuvo aquí

Vino para acercarme al corazón de los que parten

En un fragmento del tiempo que se me escapó siempre

Hasta que la piel se hizo tambor y la voz desierto

Vino para dejarme en un abrazo

La vieja hoguera de sus días interminables

El salado sabor de su verdad

Y en ese fugaz vuelo

Aprendí a dar

Como dijiste, flaco

A dar Luz al instante...
 



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