Tuve la fortuna de asistir a la edición número 3 del Bestia Festival, celebrado los días 5 y 6 de diciembre en el Lunario y el Auditorio Nacional. Teniendo como curador invitado al gran John Zorn, el Bestia fue un festín de sonoridades que reflejan el estado actual de la música de improvisación y riesgo que se hace en Nueva York, en el círculo de músicos que gira en torno a la figura de Zorn y su concepto de "Cultura radical judía"
Pero para hablar de ello quiero ceder la palabra al querido David Cortés Arce, quien realizó una espléndida crónica que aquí les comparto junto con los programas de esta semana, dedicados a las bandas Abraxas y Secret Chiefs 3.
JOHN ZORN'S PROJECTS: FUERA DE ESTE MUNDO
David Cortés
No hay palabras, se han
evaporado. Ni un anuncio, ni un agradecimiento, del escenario no brota ningún
vocablo, apenas alguna señal que se pierde en medio de la euforia. Sin embargo,
¿quién necesita del habla cuando el lenguaje de las notas musicales se explaya
y conjuga bellamente?
Esta noche del Festival Bestia la
ha curado John Zorn y la selección es atípica. En 2004, el saxofonista compuso,
en tres meses, trescientas composiciones a las que agrupó bajo el título Masada
Book Two. Book of Angels y que ha entregado a diferentes colectivos para su
grabación. El primer libro está constituido por doscientas composiciones que se
grabaron por la banda Masada, integrada por el propio Zorn, Joey Baron
(batería), Dave Douglas (trompeta) y Greg Cohen (contrabajo). Actualmente se
han registrado veinticinco volúmenes de este libro y todos los grupos de esta
noche, salvo Bladerunner, han editado un disco en esta serie amparada por el
sello del compositor: Tzadik Records.
Abre el grupo mexicano Klezmerson
con el ensamble de lujo, expandido, integrado por Benjamín Schwartz (dirección,
viola, teclado), María Emilia Martínez (flauta, teclados, coros), Carina López
(bajo), Federico Schmucler (guitarra), Carlos Metta (jarana), Gustavo Nandayapa
(batería), Chatrán González (percusión), Rodrigo Garibay (sax), Javier
Rodríguez (trompeta) y Reiner Toledo (trombón). Hincan el diente a esa
propuesta de son, klezmer y surf, y lo hacen con corrección, vuelven ese
amasiato impúdico entre géneros un todo armónico y delicioso. Se escuchan asentados,
entre ellos la comunicación fluye y se expande a los presentes. Ese ritmo que a
veces se mueve entre el mambo y el afropop es comandado con tino por Benjamín
Shwartz, que cede continuamente la voz a sus músicos y en donde metales, flauta
y percusiones aportan colorido. El resto de los instrumentos no se queda a la
zaga, impera la unidad de grupo y el sabor de un lujoso comienzo.
No obstante, nada te prepara para
lo que viene. Es como si de pronto sonara una estruendosa bocina y al voltear
te vieras arrollado por un camión. El impacto, el volar por los aires, ver tu
vida pasar, caer, sentir el dolor y el agobio de no saber si vives, mueres o
sueñas, para finalmente levantarte y darte cuenta de que aún sigues vivo, es lo
que sucede los siguientes treinta minutos.
Abraxas, la banda
estadounidense-israelí integrada por Aram Bajakian y Eyal Maoz, guitarras;
Kenny Grohowski, batería; y Shanir Ezra Blumenkranz, gimbri (cordófono del
norte de África), devastan el lugar de principio a fin. No hay un momento de
reposo. Blumenkranz atiza el ritmo desde las primeras notas y con Grohowski
crea una alfombra que permite a Bajakian y Maoz atacar sus instrumentos como si
no quisieran dejarlos vivos: disonancias, melodías, atmósferas, simplemente
exploran todo lo que pueden en media hora. Mucha fuerza, energía desmedida. No
es competición, pero Abraxas quiere llevarse el primer lugar.
El intermedio permite asimilar lo
escuchado. La pausa asienta los sentidos y da pie a la entrada de Secret Chiefs
3, proyecto estadounidense liderado por Trey Spruance, que hace frente a la
noche con un comienzo más reposado, acompañado por Eyvind Kang (violín),
William Winant (percusión vibráfono), Shanir Blumenkranz (bajo), Kenny Grohoski
(batería), Matt Lebofsky (teclados) y Jason Schimmel (guitarra). Si bien su
música es menos demoledora, su construcción es más compleja en cuanto a que
genera bloques de sonido que yuxtapone de tal manera que los cambios de tiempo,
las paradas, los arranques y los matices están a la orden. Sus composiciones,
en las cuales encontramos elementos de klezmer, también abrevan del metal.
Cuando esto acontece, Secret Chiefs 3 revela el rostro duro. Violín, vibráfono,
teclados, dotan de otros colores a la música del grupo que tiene en un fino
hilado una de sus principales cualidades.
¿Y el cierre? No es fácil estar
frente a leyendas y no sentir el peso de las mismas. Bladerunner es un súper
grupo que tiene en sus filas a John Zorn (sax), Bill Laswell (bajo) y Dave
Lombardo (batería). Un power trio que se presenta en directo muy
esporádicamente, no ha grabado nada oficialmente y que descarga un set de
improvisación y poder bastante breve, pero que no obstante muestra talento,
oficio. Laswell en muy buena forma, aunque un poco contenido; Zorn al sax
extrae esos graznidos y ruidos que ya son su marca registrada, aunque también
construye líneas melódicas que por instantes pugnan por hacerse escuchar en
medio del firme percutir de Lombardo, quien lo mismo se maneja con fuerza bruta
que en delicados matices cuando hay oportunidad. ¿De qué genes están dotados
estos músicos capaces de crear esa aura sonora sin tocar con frecuencia entre
ellos?
Para el encore, Bladerunner
invita a Grohowski (quien se enzarza en una lucha con Lombardo) y a Spruance
(quien hace un “ruidoso” solo) y arman una masa sonora densa, caótica, amorfa y
con pocos espacios.
El público mexicano, aunque ya ha
visto muchos músicos de gran nivel, se merecía una noche como ésta. Fuera de
este mundo.
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