martes, 8 de septiembre de 2020

GARY PEACOCK IN MEMORIAM


Después de varios días de especulaciones finalmente se confirma la muerte del gran maestro del contrabajo y extraordinario improvisador, Gary Peacock.

Nos queda su inmensa obra que iremos revisitando de cuando en cuando para recordar a uno de los músicos más originales que ha dado el jazz; un vanguardista que supo también revisitar su tradición y refrescar el lenguaje del género,

A la par del programa, les comparto este maravilloso obituario escrito por el crítico Yahvé M. de la Cavada y publicado hoy en el diario El Pais.







MUERE GARY PEACOCK, CONTRABAJISTA IMPRESCINDIBLE DEL JAZZ CONTEMPORÁNEO

El músico, puntal del trío de Keith Jarrett, fue uno de los más importantes nombres del género en las últimas décadas

YAHVÉ M. DE LA CAVADA

Bilbao - 08 SEP 2020 - 03:29 CDT





Con Gary Peacock ocurre que no se puede hablar de él sin hablar del trío que compartió durante más de tres décadas con el pianista Keith Jarrett y el baterista Jack DeJohnette. El contrabajista, sin duda uno de los más brillantes y personales de la historia del jazz, falleció el pasado viernes 4 de septiembre en su casa al norte del estado de Nueva York a los 85 años, según confirmó su familia en un comunicado a la National Public Radio estadounidense, sin especificar la causa de la muerte. Además de haber protagonizado una asombrosa y versátil carrera desde finales de los años cincuenta hasta la actualidad, la muerte de Peacock certifica el final irrevocable de uno de los mejores y más sólidos grupos que ha dado la música improvisada norteamericana.

Si usted es amante del jazz y nació después de la década de los cincuenta, es muy improbable, por no decir imposible, que llegase a escuchar en directo al legendario trío de Bill Evans con Scott Lafaro y Paul Motian, a alguno de los grupos de Miles Davis con John Coltrane, o al influyente cuarteto de Ornette Coleman con Don Cherry, Charlie Haden y Billy Higgins, por ejemplo. En cambio, sí habrá podido tener la oportunidad de ver al al trío que formaron el Jarrett, Peacock y DeJohnette en 1983, y que se mantuvo activo hasta finales de 2014.

Durante esos más de treinta años, este trío fue una de las cimas del género y, visto con perspectiva, y por muy hiperbólica que pueda parecer la comparación con formaciones tan esenciales para el devenir del jazz como las mencionadas, las cotas de calidad musical alcanzadas y su incomparable personalidad son tan apabullantes como las de algunos de los más grandes referentes de la historia. En el jazz contemporáneo, no es que jugasen en otra liga: es que lo suyo ni siquiera era el mismo deporte.

A pesar del inevitable liderazgo de Jarrett, el trío siempre fue una estructura con tres pilares insustituibles, cada uno de ellos aportando su identidad al grupo, a la manera del mencionado trío de Bill Evans con LaFaro y Motian, cuya revisitación y puesta al día fue la primera piedra de la majestuosa trayectoria común de Jarrett, Peacock y DeJohnette. Después de haber escrito algunas de las páginas más estimulantes del jazz de los años setenta, a principios de la siguiente década Jarrett se propuso volver a la raíz, los estándares del cancionero clásico americano y de la era del be-bop, para desarrollar la tradición mediante su incontenible capacidad improvisadora y la interacción democrática con la sección rítmica.

Para ello no recurrió a músicos ligados a esa tradición: se alió con DeJohnette, un viejo cómplice de sus años con Charles Lloyd y Miles Davis, y reclutó a Peacock, uno de los contrabajistas más importantes de la escena de vanguardia en los años sesenta. No fue una elección casual, ni basada únicamente en su enorme talla musical: Peacock, tras un parón de casi cuatro años en su carrera musical, había regresado por todo lo alto con Tales Of Another, una obra maestra grabada para ECM Records en febrero de 1977 en la que se acompañó de Jarrett y DeJohnette, liderando el primer registro de lo que años después se convertiría en aquel inmortal trío.

Gary Peacock había nacido en Burley, Idaho, el 12 de mayo de 1935, y desde los 13 años tocó el piano y la batería. Se pasó al contrabajo en pleno servicio militar, estando destinado en Alemania (en la entonces RFA), donde permaneció después de su desmovilización, ejerciendo ya como instrumentista profesional y acompañando a músicos como Albert Mangelsdorff, Hans Koller, Attila Zoller y a compatriotas como Bob Cooper o Tony Scott. En 1958 regresa a Estados Unidos y se instala en Los Ángeles, donde toca y graba con Barney Kessel, Carmell Jones, Don Ellis o Paul Bley, que se convertirá en uno de sus más fieles amigos y colaboradores durante toda su vida.

En 1962, su llegada a Nueva York catapulta su carrera: en solo un par de años pasa por los grupos de Bill Evans, Jimmy Giuffre, Roland Kirk, George Russell, Tony Williams o el propio Miles Davis, entre muchos otros, antes de erigirse como una de las figuras capitales del free jazz gracias a su participación en el trío del legendario Albert Ayler que concibe el clásico Spiritual Unity —álbum en el que el contrabajo de Peacock es decisivo— y otros títulos del saxofonista como New York Eye And Ear Control, Spirits Rejoice, Prophecy y los que documentan la gira europea de Ayler junto a Don Cherry en 1964.

A finales de los sesenta, tras grabar algunos discos con Paul Bley y dedicarse a estudiar filosofía oriental y macrobiótica, Peacock se muda a Japón y graba allí sus primeros discos como líder, Eastward y Voices, junto al extraordinario pianista Masabumi Kikuchi, que se convertirá en otro de sus más estrechos colaboradores y junto al que formará el trío Tethered Moon a principios de los noventa, con Paul Motian a la batería. En 1972 regresa a Estados Unidos y, apartado de la música, estudia biología, hasta que en 1976 vuelve a tocar con Bley y reactiva su carrera como líder, grabando recurrentemente para el sello ECM.

En enero de 1983, Jarrett, Peacock y DeJohnette producen en solo un par de días los álbumes Standards, Vol. 1 y Vol. 2 —en los que, como su propio nombre indica, se consagran a la interpretación de estándares— y Changes, un primer registro del grupo improvisando libremente. La efervescente química del trío y la excelente acogida que recibe el proyecto, que en un principio iba a ser un encuentro puntual para reivindicar las enormes posibilidades del repertorio clásico norteamericano —que en opinión de Jarrett estaba olvidado y desaprovechado—, alargan la vida del grupo, que enseguida gira incansablemente y factura álbumes colosales como Standards Live, Still Live, Changeless, The Cure, Standards In Norway o Bye Bye Blackbird, grabado en memoria de Miles Davis dos semanas después de su muerte.

Su modus operandi se mantuvo igual desde el principio: nada de ensayos ni repertorios planeados antes de una actuación; y una máxima: si un día se cansaban de ello, se acabó. En 1994 celebraron su décimo aniversario con una residencia de tres noches en el club Blue Note de Nueva York, que grabaron y publicaron íntegramente en una caja de seis discos, mostrándose como un trío maduro, capaz de mantener un nivel estratosférico en cada set, cada día, sin fisuras ni momentos de flaqueza, tanto reinterpretando los estándares que fueron su leitmotiv inicial como recurriendo a originales de Jarrett o improvisando libremente de forma colectiva.

Su ’modus operandi’ se mantuvo igual desde el principio: nada de ensayos ni repertorios planeados antes de una actuación; y una máxima: si un día se cansaban de ello, se acabó

Y así se mantuvo hasta sus últimos conciertos, a mediados de la presente década. Más de una veintena de álbumes, casi todos ellos grabados en directo, y de calidad musical superlativa, son el testamento discográfico de un grupo que ya podemos situar en el olimpo de las más grandes formaciones de historia del jazz.

Peacock siempre compaginó la incansable actividad del trío con puntuales grabaciones como líder y colaboraciones con diferentes músicos, como Ralph Towner, Jan Garbarek, Bill Frisell o una impresionante relación de pianistas: desde los mencionados Bley y Kikuchi a Michel Petrucciani, Don Pullen, Chick Corea, Steve Kuhn y otros dos de sus más estrechos aliados musicales: la genial Marilyn Crispell y, sobre todo, Marc Copland, que grabó con el contrabajista por primera vez en 1988, y desde entonces compartieron diversos proyectos regularmente hasta la actualidad. Tangents, último registro de Peacock como líder, con Copland y el baterista Joey Baron, fue publicado en 2017.

Poseedor de un sonido a la vez afilado y pleno, con un ataque decidido y técnica intachable, Gary Peacock fue uno de los más importantes contrabajistas del jazz gracias a su expresividad, a una gran capacidad para la abstracción, la libertad rítmica y la habilidad de moverse en lenguajes muy diferentes. Paradigma del acompañante intuitivo y enriquecedor, dijo sobre su estilo: “Yo no toco líneas de bajo. Quienes están a mi alrededor me dicen qué tocar, porque estoy escuchándolos. Y eso me señala lo que viene a continuación”. Su pérdida y, por extensión, la del trío junto a Jarrett y DeJohnette, dejan un vacío que será muy difícil de llenar.


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