domingo, 31 de enero de 2010

MI COLUMNA DE ESTA SEMANA

Entrego aquí mi colaboración que se publica cada sábado en el suplemento "Oveja negra" del diario Despertar de Oaxaca. Espero sus comentarios.



Sonora Pared

ECM, LA MÚSICA DEL PAISAJE

Segunda parte



En 40 años de historia, la discográfica alemana ECM (las siglas de “Edition of Contemporary Music”) ha construido un legado difícil de igualar en el universo del jazz, la música improvisada y la nueva música de concierto. En su enorme catálogo se puede encontrar la obra de grandes artistas que han definido toda una época -las postrimerías del siglo XX- un momento de gran efervescencia no solamente en el arte, sino también en la política, la economía, los avances tecnológicos y la manera en que el mundo camina hacia su propio futuro. Para muchas personas que hemos disfrutado de discos memorables editados por ECM, la música contenida ahí forma parte de la banda sonora de dos milenios, el que se fue, fascinante y terrible, y el que comienza, tan lleno de dudas como de esperanzas.


Pero así como la música grabada y producida por ECM y su patrón, el alemán Manfred Eicher, se puede reconocer en el proceloso mar de la industria discográfica, el sello también ha creado una identidad visual que es marca de la casa prácticamente desde su fundación. De la mano de los diseñadores Barbara Wojirsch y Dieter Rehm el arte en los discos ECM se define como una oda a la magnificencia del paisaje, un tributo a las posibilidades expresivas del espacio abierto. Quizás influenciados por el gélido aire nórdico donde se graban muchos de sus álbumes, Manfred Eicher y su equipo dotan al arte de sus producciones de una atmósfera despojada y límpida, enigmática y austera, en donde la figura humana es prácticamente inexistente y predominan los detalles: nubes aisladas en cielos invernales, colinas humedecidas por la lluvia, calles desiertas, muros con inscripciones, detalles que invitan a la abstracción.


En el ámbito del jazz, el diseño como medio eficaz de comunicación a través de las fundas de los discos comenzó a ser usado en los años 40 y 50 del siglo XX por visionarios como Reid Miles quien trabajó para el sello Blue Note. Las portadas diseñadas por él marcaron toda una estética que luego sería complementada con la visión vanguardista de Burt Goldblatt y sus diseños para la compañía Atlantic. Otro tanto haría el productor Bob Thiele en los años 60, al encargar al director de arte Robert Flynn un concepto genérico que identificara a su discográfica, Impulse!. Sin embargo, es ECM quien lleva un paso más allá estas ideas, al lograr una simbiosis casi perfecta entre el arte visual y el auditivo.


Quizás una de las claves de su honda penetración en el inconsciente colectivo es que en general el arte de los discos de ECM es obra del productor, más que del artista. Salvo excepciones (como en los discos del Art Ensemble of Chicago, Eberhard Weber y Carla Bley) en general el artista no tiene injerencia en la presentación visual de su obra. A Este respecto Dieter Rehm reconoce que las fundas de discos ofrecen una libertad de otras áreas del diseño le negaría y ve el proceso en tres aspectos: "Primero tenemos una imagen, que es como tener un pedazo del mundo, luego tenemos un título que puede ofrecer muchas asociaciones, y en tercer lugar, tenemos la música ".


Otro punto fundamental en la imaginería del universo ECM es su manejo de la fotografía. Habitualmente las portadas de muchas producciones van acompañadas por la obra de grandes artistas de la lente como Jim Bengston, Caroline Forbes, Christoph Egger y Gerald Minkoff. Muchas de estas fotografías son casi fotogramas de una película inexistente, contando historias que luego serán complementadas por el escucha, mientras deja sonar la música y dedica unos instantes a observar ese pequeño cuadrado de cartón que tiene entre las manos. En este sentido, Manfred Eicher reconoce la influencia del cine en su concepción visual del diseño. Podemos detectar en ello la impronta de Tarkovski, Godard, Bresson y Bergman. De hecho, Mr. Eicher ha dirigido él mismo una película. Además ECM ha publicado algunos soundtracks, destacándose los que la compositora griega Eleni Karaindrou ha realizado para los filmes de su compatriota Theo Angelópolus.


Luego de 25 años de trabajo, Barbara Wojirsch y Dieter Rehm salieron de ECM, pero su legado es tan vasto y su huella tan profunda que no ha sido difícil continuar con el camino trazado, y ahora Manfred Eicher es apoyado por el extraordinario artista checo Jan Jedlicka, cuyas pinturas, dibujos y fotografías aparecen a menudo en sus diseños.


Semejante corpus no ha pasado desapercibido para los nuevos sellos discográficos, especialmente aquellas pequeñas empresas independientes deseosas de destacarse de las majors. La influencia del estilo ECM se puede percibir en el arte y el diseño de los sellos Egea y ACT (Italia) Hatology (Suiza), Winter & Winter (Estados Unidos) Sketch (Francia) Between The Lines (Alemania), BAU (Argentina) y Windham Hill (Estados Unidos), entre otros.


De esta manera, el sello discográfico ha logrado sobrevivir a incontables obstáculos. Las presiones del mercado, la crisis de la industria, la conversión del Lp y sus respetables dimensiones al pequeño formato del CD han representado retos considerables, y sin embargo, aún hoy, cuando estamos inaugurando la segunda década del milenio, es posible reconocer entre las estanterías de una tienda un disco ECM.


Eicher niega cualquier esfuerzo consciente para crear un “estilo ECM”. "Nunca he pensado en una identidad visual para ECM. Lo que trato de expresar con la gente que trabajo, y lo que he tratado de expresar desde que yo era muy joven, ya sea en música o visuales, es un reflejo de mi estado interior del ser. Esto es muy a menudo de manera rígida y dispersa; un paisaje sin gente... una visión panorámica que siempre tiene que ver con el enigma. "


Parafraseando su propio slogan, podría decirse que ECM representa “el paisaje más bello después del silencio”

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