Quienes me conocen saben de mi pasión por la obra del poeta Roberto Vallarino, a quien descubrí hace muchos, muchos años, en una antología titulada "Asamblea de poetas jóvenes de México" publicada en 1980. La selección de autores era muy amplia, recuerdo, y en general los poemas incluídos eran cortos, no excedían más allá de una o dos páginas. Pero el poema de Roberto, titulado "Elogio de la lluvia", ocupaba nueve páginas del librito. Un poema incendiario, deslumbrante, abrasivo, rabiosamente amoroso, descarnadamente humano.
Debo decir que me atrapó. A mis 18 años, incipiente poeta yo también, ese largo texto se volvió mi piedra filosofal, mi meta inalcanzable. Con los años pergeñé un librillo titulado "El cauce vertical", un poemario sobre a la lluvia, dedicado a Roberto Vallarino y cuyo título yo había robado impunemente de un verso del Elogio...
Roberto Falleció hace diez años, dejando tras de sí una obra poética singular, atemporal, que navega a contracorriente, pues pocos la conocen. Por tal motivo decidí hace un par de años comenzar un blog donde pudiera postear algunos poemas del maestro. Lo titulé "El cauce vertical" y poco a poco lo fui nutriendo con las palabras de Roberto Vallarino.
Hoy, haciendo limpieza en mis libreros volví a tomarme unos minutos para leer fragmentos de la espléndida antología de Roberto que publicó el Conaculta en 1989 bajo el nombre de "Cantar de la memoria". Como los buenos libros, el Cantar siempre tiene algo nuevo que ofrecerme, por lo tanto, no pude evitar un estremecimiento cuando al dar vuelta a la página me encontré con el siguiente poema:
Y es que el tiempo es así:
De pronto uno se mira
ante las viejas fotos
de un espejo empapado
por la voz del recuerdo
Y no se reconoce
Y nada es cierto
Como siempre, Roberto habla a mi corazón y yo le agradezco por esos instantes en los que me siento menos solo...
Continuaré actualizando "El cauce vertical", y los invito a que lo visiten entrando a www.elcaucevertical.blogspot.mx
Un abrazo.
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