Este 2016 se cumplen veinte años de la edición de uno de los discos más importantes de la historia del jazz en México. Se trata del álbum debut de una agrupación que comenzaba a incendiar los escenarios con una música que abrevaba en aquel momento de los distintos folclores nacionales pero con un acendrado espíritu de libertad. Free jazz con sabor rural, como si los personajes de un cuento de Juan Rulfo de pronto se encontraran con un saxofón, un contrabajo, una batería, y se pusieran a hacer música buscando su redención de ese limbo de muertos-vivos en el que habitan.
Cráneo de Jade es una banda única que supo, desde esa primera aparición discográfica, ocupar un lugar en el jazz mexicano que se antoja irrepetible, produciendo una música telúrica, una extraña combinación de lo ancestral con lo moderno.
Detrás del nombre estaban tres extraordinarios músicos: Remi Álvarez, Aarón Cruz y Toni Gall. Después de este deslumbrante estreno en CD la banda editaría dos discos más: Papirolas (1999) y Pleione (2002) con un nuevo integrante en la batería, Hernán Hecht. Con la llegada del argentino a los tambores el grupo ganaría en fuerza y profundidad, expandiendo su sonido hacia horizontes aún más libres. Han pasado catorce años desde la salida de su último álbum; sin embargo, su silencio discográfico y sus esporádicas apariciones públicas no han hecho más que alimentar su propio mito y dejar a los escuchas con hambre de más.
Quizás algún día editen un nuevo disco, quizás no; por lo pronto nos quedan sus tres trabajos para disfrutarlos y sobre todo este debut de belleza restallante que reta a los sentidos y nos sacude hasta los huesos...
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